El blog de José Luis Povo

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sábado, 26 de octubre de 2019

ASTÉRIX: "LA HIJA DE VERCINGETÓRIX", por Ferri y Conrad


Amigos, como cada dos años por estas fechas, llega a nuestras librerías, de la mano del guionista Jean-Yves Ferri y el dibujante Didier Conrad, una nueva entrega de las aventuras del inmortal galo de bigotes amarillos creado hace ahora 60 años por los geniales René Goscinny y Albert Uderzo. (Aprovechamos este post para congratularnos de que el pequeño guerrero del casco con alas haya alcanzado con tanta salud la sesentena).


Coincidiendo con el lanzamiento, como de costumbre, las redes sociales se pueblan de comentarios hechos por rendidos fans del genio de sus creadores originales, especialmente de Goscinny, que van desde el absoluto desinterés por la obra de los continuadores hasta la  total descalificación de estos profesionales o de su obra, pasando por el escepticismo y por la más amplia variedad de actitudes críticas. Desde el profundo respeto a todas las posturas, os cuento la mía, que por demás los seguidores de Mis comics y mas conocéis de sobra. Admiro profundamente a Goscinny y, precisamente por esa razón, me declaro fan de todo que aquel que logre imitarlo bien o al menos no muy mal. Por la misma razón que, desde la admiración a John Lennon, soy capaz de comprar con ilusión un disco de Julian Lennon y hasta de Oasis, y disfrutarlos a tope. Dicho esto, para mi la aparición de un nuevo Astérix es un motivo de celebración, y me alegra compartir ese sentimiento con Anne Goscinny, la hija del maestro, que, como he comentado ya alguna vez, nació el mismo año que yo. Todo ello no impide que me acerque a cada nueva entrega con el sentido crítico que el personaje merece y que resula lógico aplicar a Conrad y a Ferri, a quienes, como jugadores de la Champions League de los comics ue son ahora, se les debe exigir que metan goles, o al menos que creen buenas ocasiones de gol.

Dicho todo esto, paso a comentaros mis impresiones sobre "La hija de Vercingetórix", el álbum que ayer fue lanzado en todo el Imperio Romano, incluida, afortunadamente, Hispania.
Tras la decepción de "Astérix en Italia" ( ni la traducción me gustó, pues el libro se debería haber titulado "Astérix y la Transitálica" sin que se me ocurra excusa alguna para no hacerlo), estaba expectante por ver si la serie remontaba, pues, como comenté por aquí , " El papiro del Cesar"  (ver AQUÍ reseña en este blog) me pareció que rayaba a un nivel muy alto. Leido aquel tercer álbum, me gustó tan poco que ni tuve ganas ni de hacer la reseña, por lo que aprovecharé ahora para dar alguna pincelada y matar así dos pájaros de un solo golpe de menhir.
Pues bien, leido el libro puedo decir que sí, que la serie ha remontado, y yo colocaría a este álbum en un segundo puesto de entre los cuatro hasta ahora realizados por Conrad y Ferri. El orden, pues, para mí  sería: 1º" El Papiro del César"; 2º "La hja de Vercingetórix"; 3ª  "Astérix y los Pictos"  y 4ª "Asterix en Italia".
El problema que vi a "Asterix en Italia" era la falta de un argumento sólido y de un tema/ leit motiv. Astérix y Obélix se enrolan una carrera sin que el lector perciba que haya un motivo suficientemente sólido para ello. A partir de ahí, cualquier cosa que ocurra resulta azarosa e irrelevante, es decir, nos trae al pairo, pues nuestros héroes se ponen de parte de unos y de otros sin que sepamos por qué, no sabemos si su propósito es ganar, si quieren velar por el respeto a las reglas o simplemete" tocar las narices a los romanos", tal como expresa Abraracúrcix al principio del álbum.. Esto, dicho asi, puede parecer que no es importante en un álbum de humor, pero, después de darle unas cuantas vueltas, llegué a la conclusión de que es la base de todo el problema de ese álbum. Goscinny sabía muy bien que el hecho de que estuviera haciendo lo que podemos llamar una comedia, no quita para que tenga que contar una historia coherente, con sentido y que nos diga algo. Y si no que se lo pregunten a Billy Wilder, y ya no me extiendo más sobre ello.

En "La hija de Vercingetórix", todo está más claro, Astérix y Obélix tienen una misión, juegan un papel concreto y relevante en la historia (en esto discrepo de la opinión de mi buen amigo Jorge Carrillo, y existe un tema, un leit motiv: el de la adolescencia. Sin querer ponerme antropológico, podemos decir que el tema se toca desde varios puntos de vista: el carácter contestatario propio de esa fase de la vida, en la que uno puede estar más preocupado que sus padres sobre cosas como el cuidado del Medio Ambiente (en eso hay en el álbum un guiño a la situación actual), el ansia de encontrar un lugar propio a través de una determinada forma de vestir o de la pertenencia a un grupo de iguales, la evidencia en ocasiones de que el hijo hereda el carácter de su padre o su madre,  o el derecho de los hijos a seguir su propio camino (y la  obsesión que a veces tenemos de los padres de que continúen el nuestro). Creo  que todo esto se habla en el álbum con gracia y a la vez con sensibilidad, dejando un buen sabor de boca al lector a pesar de que, en mi opinión, el álbum tarde un poco en arrancar. En los álbumes de la época clásica de Astérix los finales estaban muy estudiados para cerrar cada una de las historias paralelas,  vidas o destinos de perssnajes secundarios, etc. que han ido apareciendo en la historia. Creo que esto está bien logrado aquí y se nota mucho la preocupación por el guionista por seguir en este aspecto las enseñanzas de don René.
Es posible que todo esto me haya tocado la fibra especialmente en este momento de mi vida. Mi hijo nació en el 2004, así que echad cuentas...
En la aldea nunca habíamos visto personajes adolescentes, con la excepción de Gudúrix (que venía de fuera), en "Astérix y los normandos". Para llenar este vacío, aquí se crean nuevos personajes: los hijos de Ordenalfabétix y Esautomátix. Esta es una pequeña licencia, que a mi personalmente no me molesta en absoluto y creo que eran imprescindibles para lo que sería contar; es, por otra parte, algo habitual en la saga (por ejemplo, los niños de la aldea no aparecen como personajes (más allá de meros figurantes) hasta el álbum nº 20, y a los padres de Astérix y Obélix no los conocemos hasta el album nº 31 ). Por otra parte, la ausencia de estos muchachos se justifica aquí por el hecho de que están estudiando fuera habitualmente y están en la aldea temporalmente. Conrad hace para mi gusto un gran trabajo dándoles un físico convincente y Ferri también, dotándoles de un carácter propio; de hecho, no me importaría encontrarlos en sucesivas aventuras si lo exige el guión, o verles sentados dentro de cuatro años en la mesa del banquete final...


El tema de la relación de los jóvenes con el  alcohol y las drogas asoma también en algunas viñetas, a través de la famosa poción mágica. Dado que en la aldea no les está permitido beber la poción a los jóvenes hasta la mayoría de edad,ello da lugar a una serie de situaciones que inevitablemente nos traen a la cabeza cosas como las polémicas actuales sobre la edad mínima a la que a los jóvenes les está permitido beber alcohol. En España pasó de ser 16 a 18 años,(aunque depende de cada comunidad autónoma, todas han ido haciendo esta subida). Nos creeremos que con eso solucionamos algo.En mi casa la edad mínima sigue siendo 16, por lo tanto a mi hijo le queda sólo un año. Pero ese es otro debate...

Se agredecen, como siempre, los homenajes o guiños a álbumes clásicos, como es el caso de la viñeta de Vercingetórix tomada del primer álbum de la serie "Astérix el galo"o la episódica aparición del fenicio Espigademaiz de "Astérix gladiador".



Sin ánimo de hacer spoliers, diré que la parte en la que intervienen los piratas es la que más me ha gustado, probablemente porque el guionista es capaz aquí de crear una situación algo surrealista y sacarle partido, acercándose un poco a como lo hacía el maestro Goscinny, que a cada momento las creaba con brillantez y soltura.


Un dato curioso: como he comentado alguna vez, los personajes de los piratas son una caricatura de los de la serie "Barbarroja" de Charlier y Hubinon.
Concretamente el capitán, el veterano de las muletas y el vigía negro están basados, respectivamente, en los personajes Barbarroja, Trespatas y Babá de la otra serie.

Sin embargo, no recuerdo que en ningún álbum de Astérix (corregidme si me equivoco, por favor) aparezcan sus nombres.

En este álbum, sin embargo, al vigía le llaman "Babá", lo cual hace por primera vez más explícito el guiño a aquella serie, contemporánea y compañera de la de Astérix en su día en la revista Pilote.
Eso sí, he echado de menos al amigo Panorámix, que apenas aparece y nos acordamos de él al final, cuando suelta la sentencia que cierra la aventura.
Por último, respecto a la traducción, lamentar el hecho de que un nuevo personaje episódico, uno delos corsarios, que caricaturza a Charles Aznavour y en la versión original va cantando fragmentos de canciones del inmortal chansonnier, aquí nos lo han colocado como si fuera Raphael, cantando "Escándalo" y"Yo soy aquel". A mi modo de ver, es como mínimo tratarnos de ignorantes, como si no fuéramos vecinos de los franceses y nunca hubieran llegado aquí los discos del intérprete de La Bohême, fallecido el año pasado. El reto era dificil, desde luego, pero la solución la veo más propia de la época de Bruguera, y desde luego  a mi no me valepues Aznavour y Rapahel no se parecen físicamente! Siento ponerme así; nadie dijo que fuera fácil traducir a Astérix...






Bueno, pues poco más, reiterar que he pasado un rato muy divertido, mucho más que hace dos años por estas fechas, y que creo que este álbum, si no sois refractarios a las continuaciones de bandes dessinées clásicas, os gustará.

ASTÉRIX EST VIVANT!!

sábado, 5 de octubre de 2019

SPIROU: "LA ESPERANZA PESE A TODO", por ÉMILE BRAVO. Presentación en Madrid




Nuestro amigo ELÍAS GARCÍA estuvo presente en uno de los eventos de presentación del comic de Spirou "La esperanza pese a todo", de Émile Bravo, publicado en España por Dibbuks, y ha tenido a bien escribir, a petición mía, la reseña que os ofrecemos a continuación. Mil gracias. Elías!

La  serie “Una aventura de Spirou por ...” -creada en 2006 por el editor Dupuis en paralelo a lo que podríamos llamar “la linea oficial”- está deparando algunas de las mejores páginas de las correrías de nuestro botones favorito, con permiso de Sacarino. La posibilidad de que diversos autores dieran rienda suelta a su propia visión personal de  de Spirou y su inseparable Fantasio ha demostrado ser un filón de proporciones considerables del que han salido maravillas como “La mujer leopardo” y “El botonés de verde caqui”, de Schwartz y Yann, o el impagable “Diario de un ingenuo”, de Émile Bravo.

Émile Bravo en la presentación en la librería AKIRA COMICS en Madrid

Bravo estuvo en España a finales de septiembre presentando en Madrid, Zaragoza y Barcelona la continuación del “Diario”, “La esperanza pese a todo”. El dibujante -y guionista, cuando puede- francés tiene raíces españolas, es hijo de exilado republicano. Ya no le queda familia en España -nos contó en la presentación en Akira Cómics- pero si muchos amigos en Valencia, que considera parte de sus raíces.

La hora un tanto intempestiva de su presentación en Madrid -cinco y media de la tarde de un martes- hizo que el acto estuviera un tanto deslucido. Pero lo que perdió en cantidad de gente lo ganó en calidad del encuentro, que se convirtió en una relajada conversación informal muy facilitada por la absoluta fluidez en español del parisino y su natural afabilidad.


Un momento de la charla y firma de ejemplares

Para Bravo, el cómic no es sino otra forma de escritura; la historieta es una evolución natural de la escritura, llevar un poco más allá los códigos por los que un redondel representa la letra o y un palo con un punto encima, la i. En este sentido, destacó la importancia de que esta evolución esté al servicio de la historia que contar, por encima de las filigranas técnicas (de las que por otro lado, tampoco abominó).

Entre sus influencias, reconoció especialmente el impacto le supuso descubrir “Maus”. “Ahí me quedó claro que el cómic había subido un escalón”. También mostró su admiración por Chaland: “El joven Alberto” tiene pasajes asombrosos”. Destacó que disfruta con los guiños a grandes autores y personajes del cómic franco-belga, como quedó mu patente en el “Diario”

Desde hace dos años -y le quedan otros dos- Bravo está embarcado en un tetralogía, “La esperanza a pesar de todo” (Dibbuks), que da continuidad al “Diario”. En España presentó el primer tomo de esta obra, “Un mal comienzo” (al que seguirán “Un poco más cerca del horror”, “El principio del fin” y “Un final y un nuevo principio”). Con el “Diario”, 5 álbumes, mas de 400 planchas, un proyecto ambicioso.

El “Diario” arrancaba en los orígenes, en 1938 -año del nacimiento del personaje y la revista homónima- cuando el huérfano Jean-Baptiste aún no era Spirou, y contaba esta transformación, con la paulatina aparición de Spip y Fantasio. Finalizaba con nuestros héroes decididos a convertirse en “personajes” en la Bélgica de los meses anteriores a la invasión nazi.

En este viaje de Bravo a los orígenes de Spirou  confluían dos factores: la consideración de que el personaje alcanzó su plenitud con Franquin,no tenía sentido hacer nada posterior” y su propia curiosidad: "Siempre me había preguntado porque seguía llevando el uniforme rojo si ya no era un botones, cómo se había convertido en un aventurero .. "

“La esperanza” arranca en Bruselas en enero de 1940, y va desgranando las semanas previas a la invasión alemana, cómo Bélgica se va deslizando por un peligroso tobogán que lleva del miedo a la incertidumbre y, finalmente, la aceptación de la situación y la adaptación a la misma, que inevitablemente pasa por la convivencia, cuando no confraternización o colaboración directa, con el invasor. Y ahí está el bueno de Fantasio que, para demostrarlo, comienza a trabajar el “Le Soir”, el diario tradicional reflotado por los alemanes y en el que fungió el propio Hergé en la vida real, por lo que después de la guerra fue acusado de colaboracionismo.




Pero Spirou no es consciente de esto. Se limita a ser testigo del masivo éxodo de refugiados, los bombardeos, el racionamiento, la llegada de los alemanes, el problema racial ... mientras intenta proseguir con su vida, aunque de botones pasa a convertirse en el líder de una improbable tropa scout y rompa, por el camino, algún corazón.

En “La esperanza” siguen los homenajes y paralelismos con Tintín, si bien baja un poco el diapasón respecto al “Diario”. Aunque es genial cómo una gabardina y una gorra pueden transformar a Spirou en un cierto reportero belga a punto de trasladarse al país de los soviets. Pero no es sólo Hergé. El álbum está trufado de referencias a otros autores de la escuela franco-belga ¡Tranquilos, no hay spoilers, no osaría!

En resumen: no decepcionan estas 88 páginas cuya viñeta inicial podría perfectamente estar firmada por Riviere-Floc´h.


ELÍAS GARCÍA