Una de las sorpresas más gratas que nos ha deparado la enciclopedia
Del tebeo al manga. Una historia de los comics (Panini) ha sido su séptimo volumen, pues bajo el epígrafe "El cuaderno popular: viñetas de género" recupera una parcela de la producción tebeística generalmente obviada en textos teóricos. Bien es cierto que dos de los fenómenos que estudia, el cuaderno de aventuras español y el
fumetti popu

lar italiano, ocupan un lugar en todo ensayo que se precie, aunque no siempre concediéndoles la importancia que merecen, pero por contra los
petit format franceses y los
pocket británicos eran grandes olvidados.
Siendo este un blog mayormente volcado en el cómic francófono, no se podía dejar pasar la oportunidad de recomendar esta enciclopedia, ahora que sus volúmenes apuntan hacia el viejo continente, y de p

aso homenajear al
petif format como un mercado paralelo a la industria del álbum y al que provino de revistas como
Spirou,
Vaillant,
Tintin o
Pilote; un mercado al que no se puede dejar de mirar con simpatía por lo que en primera instancia suponía: evasión a precios muy asequibles, tiradas elevadas que respondían a un arraigado y masivo hábito de lectura. En segunda instancia, eran miles y miles de páginas que demostraban un dominio de la narrativa y, en buena lógica, del dibujo en blanco y negro, aparte de influencias concretas de maestros como
Milton Caniff o de
Aurelio Galleppini y otros nombres de la escuela italiana de aventuras.
Petit format: una industria paralelaCon unas dimensiones que rondaban los 13 x 18 cm, los
petit format nacieron hacia 1949 en la vecina Francia, a menudo con distribución en Túnez y otros países de África del Norte, aparte de Canadá y Bélgica. Lucían portada a color, las páginas interiores -que podían ir de 34 a 130- eran en blanco y negro y en ocasiones en bitono; la temática:
western, ciencia ficción, medieval, aventuras selváticas, humor, etc. Género puro y duro. La cabecera solía bautizarla un personaje (Zembla, Super Boy, etc) que abría la publicación mientras que el resto se completaba con episodios protagonizados por otros héroes de la ed
itorial. Las tiradas podían alcanzar los 200.000 ejemplares por cabecera.




Lo de mercado e industria paralela no era un eufemismo: las editoriales (Impéria, Lug, Arédit, S.A.G.É, Jeunesse et vacances/Mon Journal) se especializaban en este tipo de publicaciones, no había un transvase entre los profesionales del
format poche y los de las revistas, eran artistas por lo general exclusivos de este formato, y de algún modo no detentaban prestigio alguno, considerada su tarea como objeto de consumo sin ambiciones estéticas. Hubo excepciones, como el versátil
Pierre Dupuis o el guionista de dilatada carrera
Roger Lécureux, que luego firmó
Rahan y que para los
poches escribió
Ivanhoé.




Con unos treinta años de holgadas ventas, hasta entrados los ochenta, y con casi todas las cabeceras desaparecidas con el presente siglo -
Akim finalizó en 2004;
Capt'ain Swing y un puñado más se mantienen como un vestigio del pasado esplendor-, este mercado significó la puerta de entrada para los cómics de prensa estadounidenses y también de la DC y la Marvel, pero sobre todo para la producción británica, italiana y española. Gran parte de los personajes más célebres provenían del extranjero: Capt'ain Swing era Il Comandante Mark, Blek le Roc era Il grande Blek, Atome Kid era Atomo Kid, concebido previamente para la barcelonesa Ediciones Toray, y un largo etcétera.
Algunos dibujantes españoles e italianos acabarían trabajando directamente para este mercado, continuando en ocasiones series interrumpidas en su países de origen. De todas formas, más que destacar que autores como
Jack Kirby o
Boixcar fuesen publicados en
petit format (cuya obra al fin y al cabo es más indicada referirla a su edición original), tiene especial interés detenerse en los autores franceses que nutrieron el
petit format:
Robert Leguay, uno de los bastiones del
western, que pasaría de la editorial Artima a Impéria, donde desarrollaría personajes como Kit Carson, Buck John, Tex Tone y Jim Canada.
Jean Cézard, creador del personaje Kiwi, publicado en la cabecera homónima. Tiene obras de estilo realista y otras que dan muestra de su gran capacidad para la caricatura y el humor, lo que le valdría para simultanear varios mercados. Su personaje Kiwi supuso la propuesta francesa de humor para el
format poche, donde los italianos contaban con personajes muy populares como Tartine, Pipo y Pépito, le Corsaire Bleu.
Raoul Giordan destacó como dibujante de la serie
Météor, una de las obras señeras de la ciencia ficción en
petit format, casi siempre con guiones de
Lortac.
Claude Bordet trabajó para Impéria y para Lug, generalmente con
westerns o aventuras selváticas.

Nacido en Lyon,
Félix Molinari fue un dibujante muy dotado para el género bélico, al que se consagró en la publicación
Garry.
Por lo general es inútil buscar los créditos del equipo artístico. En su lugar suele aparecer el copyright de agencias como Selecciones Ilustradas o Bardon Art, lo que da fe de la dinámica de trabajo de la época, cuando estos cómics inundaban los quioscos de medio mundo y se primaba el personaje por encima del autor.
Este anonimato de dibujantes a los que, aparte de los ya citados, se suman
Georges Estève,
André Rey,
Robert Bagage o
Yves Mondet, lo están rompiendo valiosas aportaciones bibliográficas que reinvindican una forma de entender los tebeos que perduró varias décadas.
Aparte del imprescindible volumen de Panini, sirva de guía para adentrarse en esta producción las siguientes (e impresionantes) páginas web:
Les petits fomats, Le dictionnaire du petit format,
Le portail des Petit Formats, o los sites dedicados a las editoriales
Impéria,
Lug,
Artima o
Mon Journal.