Con el Tintin de Spielberg a la vuelta de la esquina y ya calentando motores para su pre-estreno, dedicamos esta entrega de la sección "Relecturas" a los tres álbumes en los que se ha basado el rey Midas del cine para esta entrega cinematográfica. Como a estas alturas todos sabréis, la película es una adaptación del díptico "El secreto del Unicornio-El tesoro de Rackham el rojo" pero introduce elementos de "El cangrejo de las pinzas de oro" (además de añadir otras cosas de cosecha propia).
Tengo que decir que esta revisión me ha coincidido con la reciente lectura de los capítulos que se dedican a estos álbumes en el libro de Fernando Castillo "Tintín-Hergé, una vida del siglo XX", al que me referiré después; ello ha aportado una dimensión especial a su lectura, entre otras cosas porque mientras los leía me venía a la cabeza la narración que hace Castillo de los difíciles años de la guerra en los que se dibujaron estas historias y las vicisitudes y dificultades que pasó Hergé en esa época.
Tres unicornios juntos
Empezaré por El Secreto del Unicornio. ¿Qué cosas de este álbum permanecían con fuerza en mi memoria antes de esta relectura? pues un puñado de ellas: el estupor que sentimos con Tintín cuando de pronto más de una persona se interesa por la maqueta del barco que acaba de comprar, la intriga de los pergaminos ocultos en los mástiles de los barcos, con aquella frase enigmática, el relato del capitán Haddock sobre su antepasado el caballero de Hadoque, en el que Hergé combina con maestría las escenas del narrador y del flashback, el desenlace en el castillo de Moulinsart (aquí llamado del Molino) y la combinación de dos historias paralelas (la de los pergaminos y la de los robos de carteras), que al final convergen, algo que siempre me ha parecido muy bien hilado y muy poco frecuente en Tintín.
Me he reencontrado con todo ello, disfrutando en especial de las viñetas del abordaje al Unicornio, principalmente las de gran tamaño, que Hergé introdujo con habilidad al transformar en álbum la historia publicada en Le Soir en tiras diarias. La belleza y acierto en la composición de estas viñetas me parecen plenamente vigentes, pese a todos los comics de temas náuticos de enorme calidad que se han hecho de entonces ahora.
Pero además he pasado un rato muy divertido. Me llama la atención el hecho de que, a pesar de conocer de antemano la historia, ésta me ha resultado de nuevo muy entretenida. Los gags de Hernández y Fernández son redondos.Estos personajes estaban por aquella época cogiendo cuerpo y alcanzando su madurez. Su combinación de pretenciosidad y gravedad, combinados con una tendencia irremediable a la ineficacia y la torpeza, está ya muy conseguida por Hergé. El capitán Haddock, personaje por entonces más reciente en la serie, ya estaba bastante definido y protagoniza aquí algunos gags memorables. La escena en la que va contando a Tintín la historia de su antepasado, mientras introduce en la narración diversas excusas para escenificarla vaciando vasos de licor(hasta que Tintín deja de permitírselo),no tiene desperdicio.
Y ese es otro de los temas que más me ha llamado la atención en esta relectura, la denodada lucha de Haddock contra el alcohol. Ésta comienza en El cangrejo de las pinzas de Oro, en el preciso momento en el que conoce a Tintín , como ahora veremos.A mi modo de ver, gracias al apoyo de Tintín, el capitán atravesó una especie de proceso de desintoxicación que abarca varios álbumes, y que le lleva de ser un alcohólico, cuya condición le impide desempeñar con normalidad su puesto como capitán del Karaboudjan, a beber con cierta moderación, disfrutando en determinados momentos de relajación de un buen whisky o un vaso de vino. Y esta transformación es un logro de Tintín, una hazaña más difícil que vencer a gangsters o encontrar tesoros.
Al final de El cangrejo de las pinzas de oro se hace de la liga antialcóholica, para acabar sintiéndose indispuesto al beber un vaso de agua, con lo que la crisis de su adicción se cierra en falso, podríamos decir. En la aventura del tesoro, se encuentra algo así como en un estado intermedio.La tendencia inconsciente a recaer en el vicio, que de pequeño me hacía gracia, ahora la veo de otro modo y me ofrece una dimensión más profunda y humana del personaje.¿Estará esto presente en el Haddock de Spielberg? pronto lo sabremos.
El best-seller de Hergé
La segunda parte de la aventura del Unicornio es, probablmente por lo atractivo de su título, el tema y la portada, el best-seller de la serie de Tintin. Es también el álbum que marca uno de los más importantes puntos de inflexión en la trayectoria del periodista. Con la aparición de Tornasol y la adquisición por éste del castillo de Moulinsart, en el que se instala el capitán, y al que Tintín no tardará en trasladarse, se consolida el grupo de secundarios principales de la serie, a los que hay que añadir a Néstor (cuya aparición casi imperceptible en la primera viñeta de la última página drl álbum nos revela implícitamente que Haddock y Tornasol lo han tomado a su servicio). Como explica muy bien Fernando Castillo,Tintín pasa de ser un joven solitario que recorre el mundo con la sola compañía de su perro Milú, a estar rodeado de un grupo de personas, también solitarios, que constituirán en adelante algo parecido a una familia. ("Una familia de papel", podríamos decir, parafraseando a Benoit Peeters)
La entrada de Silvestre Tornasol es memorable, pues a lo largo del álbum ya muestra los rasgos que le van a caracterizar durante toda la serie. Su sordera selectiva, su despiste y ciertas dosis de obstinación y susceptibilidad ya están ahí desde el principio, con todo su poder de sacar de quicio al capitán. Me parece mentira que me haya podido tronchar de risa por enésima vez con los gags del marino y el profesor, como cuando dice :"dígame capitán, no comprendo esto. Puesto que el Unicornio no se encuentra aquí, ¿Para qué bajó Tintín?" Y Haddock, enojado: "¡Ha ido a buscar anchoas!". Los chistes con la sordera, que se han repetido hasta la saciedad en montones de sitios, no suelen hacerme gracia nunca; sin embargo, en este caso, al unirse a la obstinación del profesor y la desesperación del capitán, creo que funcionan aquí a la perfección.
Otra cosa que me ha saltado al vista esta vez son las pistas falsas. Quizá por haberme sumergido en "Las joyas de la Castafiore" hace poco, con motivo de su 50 aniversario, no he podido evitar ver en esta aventura un antecedente (lejano, ciertamente, eso sí) de Las Joyas, por la cantidad de pistas falsas con las que Hergé nos va engañando.La mayor de todas, claro, la idea de partida de que la latitud y longitud marcadas en los pergaminos marcan la ubicación del tesoro. Pero no es la única. Las desapariciones misteriosas de comida en el barco nos hacen pensar en la presencia en el barco de Pájaro, cuando en realidad es Tornasol el polizón.Tintín rescata una cruz, que el lector piensa que es "la cruz del águila" a la que se referían los pergaminos. Otra pista falsa. Más tarde, al aparecer una enorme cruz de madera en la isla, voilvemos a caer, esta vez junto con los protagonistas, que cavan infructuosamente creyendo que ahí estaba el tesoro. Por si esto fuera poco, los peligros que parecen acechar en la isla (voces misteriosas y lanzamiento de cocos) se deben a unos cuantos loros y otros tantos monos.En otra vuelta más de tuerca, el cofre con los viejos pergaminos, que en principio se presenta como una decepción total, encierra finalmente la clave que permite a Haddock averiguar que el castillo perteneció a su familia.
Como en el caso de El secreto del Unicornio, al pasar a álbum a color la historia aparecida en tiras en Le Soir, Hergé aprovecha para redondear magníficamente el álbum con viñetas memorables que quedan en la memoria de todos nosotros, como la del gran plano general del pecio hundido, con Tintín en el buzo avanzando hacia él, que está entre mis favoritas y que, llegado el caso, no dudaría en pintar en 3X5 m. si tuviera una pared adecuada para ello, reclutando a mi hermano para la ocasión.
Un encuentro crucial
De El cangrejo de las pinzas de oro hemos comentado ya que supone la entrada del capitán Haddock en la vida de Tintín. Y a fe que lo hace con fuerza, como si la intención de Hergé fuera desde un primer momento dar a Tintín un compañero inseparable de aventuras que se sumase al entrañable Milú. Si en los tres álbumes siguientes la historia de los barcos se justifica el protagonismo de Haddock por ser aventuras relacionadas con la mar, al llegar las 7 bolas de cristal, Archibaldo Haddock se habrá convertido ya en un personaje tan imprescindible que resultaría extraño ver a Tintín viviendo aventuras sin él.
La historia en sí podemos decir que es una perfecto ejemplo del género de aventuras; citando de nuevo a Fernando Castillo, encontramos aquí el rastro de referencias literarias, por ejemplo a Beau Geste, del mismo modo que en el Unicornio encontrábamos paralelismos con las obras de Verne y Stevenson.
Con la imagen todavía en mi retina del cuadro que Pelayo Ortega dedica a El Cangrejo dentro del ámbito de la exposición "Tintín, 25 miradas", en el cual se centra en la imagen del desierto ("El país de la sed"), puedo decir que para mí es precisamente esa imagen, la de Tintín y el capitán apoyándose uno en el otro mientras avanzan penosamente en un desierto en el que se pierde la mirada, una de las más representativas y emblemáticas de esta aventura, (y de la serie en general). La otra es, sin duda alguna, la del hidroavión disparando sobre la barca dada la vuelta en la que se encuentran nuestros amigos, que creían que iban a recibir ayuda en vez de balazos. Spielberg sin duda ha coincidido con esta apreciación, pues, por lo que parece, son dos de los elementos del álbum que ha aprovechado para la película.
La importancia de los símbolos y los objetos en Tintín, que tiene precedentes como el símbolo de Kih-Osk de los cigarros del faraón, el pelícano negro de El Cetro de Ottokar o el fetiche arumbaya de La oreja rota, está presente aquí en las latas de cangrejo, con ese logotipo tan reconocible, (y que tiene su réplica en la joya con forma de pinzas de oro que lleva al cuelllo el villano Omar Ben Salaad, en un curioso caso de banda de malhechores con identidad corporativa). Siempre me ha parecido atractivo el resultado de esta tendencia de Hergé, que posibilitó la genial contraportada, hoy perdida, que tantos años nos ha acompañado y en la que no pocas tardes hemos jugado con familiares y amigos, a ver quien descubría a qué álbum pertenecía cada objeto. (Esto, junto con las guardas de los cuadros, son pruebas innegables de que la semilla de lo que se ha dado en llamar tintinología, o al menos las provocaciones a la misma, siempre han estado en los propios álbumes...
¡Qué bueno! precisamente tenía pensado releerlos esta semana como preparación a la película (que no iré a ver hasta al menos pasados unos días del estreno, para evitar aglomeraciones).
ResponderEliminar-_lp`kj
ResponderEliminarCom la norteamericación de tintín me ha surgido la duda de si debe decirse "Addok" o "Jaddok", aunque pienso que por ser francófono será la primera.
ResponderEliminar¡Menudo curro te has pegado con esta entrada, gracias!
Pedro Miguel
Fantastico tu analisis y desarrollo... enhorabuena
ResponderEliminarGracias, amigos. Pedro, yo me decantaría claramente por "Jaddok", pues es un apellido de origen británico(yo de hecho lo he pronuciado así toda la vida)
ResponderEliminarPues estaba en un error, gracias Joselu.
ResponderEliminarMagnífico análisis!!!
ResponderEliminarNos vemos!!!
Yo aun diría más: su análisis es magnífico, grumetillo. Ando también en la relectura.
ResponderEliminarRespecto al Capitán Harrock ('nd roll). Sí, con "ja".
ResponderEliminarGracias, Rafa. Jesús, ya me contarás de tu relectura...;)
ResponderEliminarNo dices nada de Peter Jackson ...
ResponderEliminarNo, no hablo de Peter Jackson;este no es un artículo sobre la película sino sobre los álbumes de Hergé. De la película hablaré el jueves después de haberla visto en el preestreno.
ResponderEliminarVale, José Luis. No leeré el blog hasta el sábado. El viernes voy yo.
ResponderEliminarMuy buena entrada, Jose Luis.
ResponderEliminarYa estoy impaciente por verla, seguramente este finde, hayan aglomeraciones o no, allí estaré con mi chaval...
Yo iré al Viernes. Buén comentario de texto José Luis
ResponderEliminar¿La vais a ver en 3-D?
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEn principio, en 2D. Si la cosa va bien (cosa que espero y deseo) la veré también en 3D, a ver como cambia la cosa. Pero todo depende de como salga del cine el viernes. Teniendo siempre en cuenta que lo que voy a ver es una película, no un cómic. Cada uno tiene su lenguaje, sus formas y sus maneras de contar una historia. Por cierto, creo que la indisposición del capitán Korback con el agua es en el Cangrejo.
ResponderEliminarPrecioso post, y confirmo que lo del agua es al final del cangrejo
ResponderEliminarTenéis razón en lo del agua, paso a corregirlo.Gracias y saludos!
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