Durante las próximas semanas echaremos un vistazo al quiosco europeo, en especial al francés. Aunque sea de forma muy somera, sin tablas estadísticas ni informes de mercado, nos permitirá hacernos una idea de la oferta actual.
¿Y el quiosco español? Pues ciertamente el panorama es desolador. Hace ya mucho que se perdieron esas tiradas de cinco ceros, 100.000 ó 150.000, que podían alcanzar los cuadernillos de aventuras como El Guerrero del Antifaz o Hazañas Bélicas o también las revistas de humor como TBO o Pulgarcito (que llegó a los 240.000 ejemplares), formatos que de una forma u otra se perpetuaron durante décadas. Su supuesto relevo natural, las revistas “para adultos” de los años ochenta, que rondaban las tiradas de cuatro ceros –El Víbora alcanzó la tirada de 50.000 ejemplares–, corrieron una suerte efímera, con la salvedad de la longeva El Víbora. En el fondo, la desaparición del quiosco como principal punto de venta para los tebeos denota un cambio en los hábitos de lectura de nuestra sociedad y el inicio de su progresivo empobrecimiento cultural.
En tiempos recientes, una de las iniciativas más loables por fomentar ese hábito de lectura, por introducir los tebeos en la infancia, fue la emprendida por Mister K, editada por El Jueves. Otro intento bien distinto lo protagonizó la revista El Manglar, editada por Dibbuks, con el último número publicado en 2010 y que en sus inicios anunció la distribución en quioscos de Madrid y Barcelona, y en librerías especializadas del resto de España. En el sumario encontrábamos el humor de Dupuy y Berberian, Frederik Peeters o "Pascal Brutal" de Riad Sattouf. En su contra jugaba un formato quizá demasiado grande para una revista y la escasez de propuestas serializadas, de cómics por entregas (qué bien hubiera venido, por ejemplo, publicar en color IAN, de Fabien Vehlmann y Ralph Meyer, el excelente cómic de ciencia ficción que recopiló la propia Dibbuks en un volumen integral a tamaño reducido y en blanco y negro). Pinchando aquí se puede leer on line el número uno de El Manglar.
Del quiosco actual, ha habido que lamentar en septiembre la desaparición de Kiss comix, abanderada del cómic erótico que reportó a La Cúpula muy buenas ventas en los noventa (unos 30.000 ejemplares mensuales) y que con casi veinte años de existencia era una las pocas revistas de cómics que todavía llegaban a los quioscos. (Pinchando aquí, se puede ver el extenso reportaje televisivo que dedicó This is not another freaky tv show al cierre de la publicación, incluida una visita a la redacción y una ronda de entrevistas con el staff editorial y varios dibujantes).
Volcada en el humor, El Jueves se mantiene aparentemente con buena salud y con un gran nivel en todos los sentidos. De entre sus contenidos, aparte del humor gráfico, que tan relacionado está con la historieta, el cómic en stricto sensu ocupa buena parte de sus páginas, con firmas de gran valía como Manel Fontdevilla, que en cierto modo recoge el testigo del humor costumbrista de Bruguera o el TBO.
Con las populares Witch, que tuvieron una exitosa publicación propia, un tanto desplazadas por su secuela italiana, las Winx, se echa en falta revistas juveniles, dedicadas íntegramente al cómic, y que no se vean relegadas a una sección más. A destacar ¡y con mucho! el oasis que representa la emblemática Cavall Fort, que se vende sobre todo por suscripción pero que llega a algunos quioscos catalanes, y que ya recomendamos en el pasado.
Así las cosas, el cómic ya casi solo se asoma al quiosco en forma de coleccionable, como el memorable Clásicos del Humor Bruguera, el del TBO, con un volumen dedicado a Coll, Joyas Literarias Juveniles o películas Disney narradas en viñetas. Como bien es sabido, en estos momentos se puede encontrar en el quiosco un coleccionable de El Principe Valiente, cuyas primeras entregas son francamente baratas y que es muy indicado para los que no tengan ninguna edición del clásico o que deseen legarle una al más pequeño de la casa. (En el blog Desde el Nibelheim dedicaron un brillante post valorando esta edición de Planeta DeAgostini).
Estupendo artículo.Como supongo nos ocurrirá a todos a leerlo, me evoca la relación personal que he tenido en años pasados con el quiosco. Para mi fue desde mi infancia más temprana como una nave hacia el sueño y el entretenimiento, desde el Mortadelo y el Don Miki hasta el Cairo, pasando por los inolvidables Tintin y, sobre todo, Spirou ardilla.
ResponderEliminarPara mí el quiosco también representó un viaje a un mundo de papel alucinante. Mis lecturas favoritas fueron Trueno Color, Jabato, Corsario de Hierro, Cole.Cole, revista Pulgarcito, Mortadelo, Inspector Dan , revista Pif y también, aunque me gustaban menos, Roberto Alcázar y Pedrín, Pumby, El Cachorro, Guerrero del Antifaz, etc. Repaso los nombres y me salen casi todos españoles, curioso.
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