Qué mejor momento que éste para comentar algo de estos dos álbumes de Alix, con el buen sabor de boca de comprobar que se materializa el proyecto de publicar Alix en español, con mis ejemplares todavía en la mesilla de noche y recién puestos en la nevera los dos imanes que regala Netcom2 editorial con esta primera entrega.
Por mi parte, conocí a Alix a través de Norma editorial. Como suele suceder en series de largo recorrido, la editorial española optó por comenzar por publicar álbumes de la época central o "época clásica" del personaje. Solemos conocer primero al personaje a través de historietas en las que ha alcanzado un cierto grado de madurez, y su autor ha desarrollado bastante su estilo y sus recursos. En el caso de Norma, la primera que se publicó fue Iorix el grande, donde tanto el dibujo como la temática y la forma de narrar está bastante depurado y es representativo de la serie.
Este criterio tan extendido entre los editores, que ha sido bastante criticado, pero que por otra parte entiendo y me parece respetable, hace que nos perdamos las etapas iniciales, los orígenes. En el caso de Alix ,ahora se nos ofrece la ocasión de leer en castellano historietas de esta primera etapa, algo que, al menos para mí, es de sumo interés.

En Alix el intrépido se trasluce la intención de Jacques Martin de ilustrar la historia con un dibujo realista. Creo que desde el principio fue su intención y por eso el dibujo de este álbum recuerda mucho más, por ejemplo, al de Paul Cuvelier que al de Hergé. La historia de un muchacho que crece sin familia en una época en el que las guerras abundan casa mejor con este estilo de dibujo que con rasgos caricaturescos como los de Tintín.Pero el lenguaje gráfico de Martin es aquí aún algo rudimentario. Ya se perciben, sin embargo, aspectos que luego destacarían más, como su talento para la composición de las viñetas o su cuidado por el detalle al representar las vestimentas de la época, la arquitectura, etc. Los rasgos del protagonista, en principio muy distantes del Alix que conocemos, evolucionan a lo largo del álbum, y hacia el último tercio acabamos por "reconocerle".
La historia se parece más a una sucesión de avatares encadenados de una forma azarosa que a los relatos más planificados argumentalmente que luego conocerá la serie. Como en una novela de aventuras del siglo XIX, Alix busca su lugar en el mundo, enfrentándose a sucesivos peligros. Es una estructura que recuerda a la de Las aventuras de Corentin del mencionado Cuvelier o a la de Los Cigarros del Faraón de Hergé, y que tiene mucho que ver con su carácter de historieta publicada por entregas. En el guión ya encontramos elementos que acompañarán a toda la serie, como la exaltación de la lealtad, el valor o la defensa del débil. La actitud protectora del personaje de Toraya hacia Alix tendrá su eco luego en el propio Alix con el joven Enak.
La Isla Maldita es una historia más planificada de principio a fin. Alix se enfrenta al villano griego
Arbacés, que hemos conocido en la primera historia y que aquí aparece a las órdenes del no menos desalmado
Sardón. Entre ambos tienen montada una
organización de malos en toda regla.(Este término fue acuñado en mi familia para designar a las infraestructuras creadas por antagonistas de
James Bond,
Flint, Steve Pops o incluso
Anacleto. También entraría en esta categoría, por ejemplo,la base subacuática de de
El Lago de los tiburones que hemos citado por aquí hace poco, o la de
S.O.S. Meteoros).En este sentido parece que estamos ante algo así como una historia de
Blake y Mortimer o de
Lefranc ambientada en la antigüedad. Los malos uitizan una tecnología muy avanzada para la época, basada en los avances de
Arquímedes. Arbacés, como el
Axel Borg de Lefranc o el
Olrik de Blake y Mortimer, es el peligroso enemigo que se la tiene jurada a nuestro héroe. Este tipo de personajes y relaciones entre ellos evolucionará después en la serie, que a mi modo de ver va tomando más densidad y complejidad a medida que los personajes se van haciendo más humanos y menos esquemáticos.
En el estilo de dibujo, la influencia de Edgar P. Jacobs salta a la vista. Al leerla se me han venido a la cabeza escenas de historietas de Blake y Mortimer, por su parecido en cuanto al trazo, la actitud de los personajes, los recursos narrativos y los efectos "teatrales". He seleccionado algunas imágenes de historietas de Jacobs, que pongo junto a otras de "La isla maldita" para tratar de ilustrar los paralelismos.
En aventuras posteriores de Alix (más o menos a partir de "Las legiones perdidas")la influencia de Jacobs se irá notando menos, lo cual no significa, a mi juicio, que desaparezca, sino que se integra en el estilo propio de Martin, con el que se encontrará a gusto y que a su vez tratará de insuflar a sus discípulos.
A este respecto me parece interesante citar lo publicado por la web "Klare lijn" con motivo de la muerte de Martin, en el que le "acusa" de haber abandonado la "línea clara" después de esta etapa.
"(...)Pero contraramente a lo que puedan decir los medios, no afirmaremos aquí que nos ha dejado uno de los pilares de la línea clara. A nuestros ojos, sólo sus historietas de mediados de los años 50,La Grande Menace, L'Ile Maudite, La Griffe Noire o La Tiare d'Oribal, marcadas por la fuerte influencia del estilo jacobsiano, merecen ser clasificadas en este estilo gráfico. Después de estos primeros álbumes, de un escanto formal innegable, el trazo de Martin evolucionará desafortunadamente hacia un realismo creciente, buscando emanciparse de la línea clara. Su dibujo se alejará progresivamente de ella, para ir a parar a un estilo pomposo y rígido, caracterizado por un hieratismo en la representación de los personajes, una saturación de los fondos y una sobrecarga de signos. Este estilo "martiniano", por su pesadez y su academicismo, se sitúa a nuestro modo de ver en las antípodas de la simplicidad hergeiana. "
Por mi parte, no estoy nada de acuerdo con estas adjetivaciones, ni tampoco con esta visión esquemática, pues no soy especialmente aficionado a las etiquetas, que a menudo simplifican en exceso las cosas. Por ejemplo, no se tiene en cuenta que , al ser el propio Martin uno de los autores de los fondos de Tintin, ese realismo del que aquí se habla contagia también, y no poco, a las aventuras de Tintín de la útima época, lo que hace converger en parte las dos tendencias, que los de KlaleLijn ven tan alejadas. Pero sí estoy de acuerdo en que Jacques Martin, como he dicho en varios sitios, no dejó los estudios Hergé para hacer más de lo mismo, sino para crear otra cosa, para contar sus propias historias en su propio estilo y con su propio dibujo. Y va hacia el realismo porque, como decía al principio de este artículo, lo que le preocupaba desde los inicios era dar con un lenguaje que se ajustara al carácter de sus relatos.
De todas maneras, me parece interesante el artículo, porque da un punto de vista que se desmarca de la clasificación habitual (línea clara clásica=Hergé+Jacobs+Martin+De Moor). Y además, propicia el debate, así que ahí dejo el trapo por si alguien quiere entrar...