Enlazamos un vídeo de Toni Vaca que nos muestra a Sento dibujando "Un médico novato", un cómic que recomendamos encarecidamente.
viernes, 28 de febrero de 2014
viernes, 23 de noviembre de 2012
LES ENQUETES DE L'INSPECTEUR BAYARD, de Jean-Louis Fonteneau y Olivier Schwartz
Tras la reseña de “Gringos locos” volvemos a Olivier Schwartz (1963, Nogent-sur-Marne) para examinar uno de los hitos de su carrera, la serie del Inspecteur Bayard, que afrontó a partir de 1988. Cinco años antes Schwartz había debutado como dibujante en el fanzine PLG y poco después realizó alguna que otra colaboración para el mercado infantil ya como profesional.
La serie Les enquêtes de l'inspecteur Bayard fue publicada regularmente en Astrapi, revista que demuestra la importante oferta que mantiene el cómic dentro del quiosco galo, admirable en los tiempos que corren, y que habría que agregar a nuestro reciente recorrido por el quiosco europeo. Con cadencia bimensual, Astrapi ronda una tirada de 70.000 ejemplares y está enfocada, tal y como aclara su lema, a lectores de entre 7 y 11 años.
La serie, aparte de publicarse en la revista, se ha distribuido en dieciocho álbumes, el primero con guión de Dieter y Jean-Claude Cabanau y el resto con guión de Jean-Louis Fonteneau, todos ellos con color de Christine Couturier.
Los álbumes:
- Pas de vacances pour l'inspecteur
- L'inspecteur n'a peur de rien
- Mystères à toute heure
- Lili, Grisbi et compagnie
- Les dragons du diable
- Bons baisers de l'inspecteur
- La nuit du Yorg
- Alerte à Zyklopolis
- Sale temps pour l'inspecteur
- Coups de feu à New York
- L'inspecteur voit rouge
- L'Inspecteur Bayard chez les stars
- Ça chauffe à Texico !
- Le Yorg se déchaîne
- L'inspecteur crève l'écran
- Bienvenue en enfer
- Sam se Rebiffe
- Trafics en Afrique
El nombre del protagonista se tomó de Bayard Presse, el gigante editorial responsable entre otras publicaciones de Astrapi, y luce un mechón rubio a modo de tupe. Al costado del inspector, tenemos personajes como Isabelle Mirrette (Isa), Sam y el robot Yorg, mientras que Malmor y Monsieur K aparecen como villanos recurrentes.
La estructura del cada caso del inspector se apoya en una investigación, quedando el final en suspenso e invitando al lector a sacar sus propias conclusiones. Luego la solución se ofrece en una página posterior. Este extremo se mantiene en las ediciones de álbum, y así la aventura queda inconclusa y te indica la solución en una página determinada, a la que acudes para comprobar tus pesquisas. Hay, de hecho, álbumes que compilan varios casos del inspector, historietas cortas de entre seis y doce páginas, y a modo de epílogo del volumen se agrupan las soluciones a todos los casos, mientras que otros álbumes en los que una aventura ocupa unas cuarenta y tres páginas se recurre a una serie de viñetas invertidas para que, una vez girado el volumen, el lector desentrañe algún enigma.
La edición, de 21 x 28.5 cm y en cartoné, es muy agradable y manejable, un formato idóneo para un tebeo infantil, que además permite a Schwartz alternar un decoupage de tres o cuatro filas de viñetas con otras composiciones de dos filas de viñetas sin que altere la percepción de un producto cuidado, ágil, dinámico y divertido.
El dibujo en sí es el que ha encumbrado a Schwartz, puro atomstyle en la línea de Yves Chaland con unos colores planos dentro de los más estrictos presupuestos de la línea clara. Es difícil mantener la compostura y no dar rienda suelta al entusiasmo al ver la calidad del dibujo de Schwartz, pues además de la autoconciencia que se palpaba en Chaland, esa percepción de que estaba haciendo historia, en Schwartz el trazo es de una naturalidad envidiable, quizá porque al estar dirigido a un público infantil no tiene la presión de la crítica especializada (como si le ocurriría en sus colaboraciones con Yann), y de esta manera el dibujante, según dicen de un alto nivel de perfeccionismo, exhibe su trazo con completa naturalidad y soltura, al tiempo que se ofrece a los jóvenes lectores un producto sofisticado, con la actitud de la posmodernidad. (ver imagen posterior, pinchar para ampliar)
En el futuro reseñaremos algún álbum en concreto, pues ciertamente merecen no pasarse por alto –aparte de que tienen un precio muy asequible–, pero no queríamos dejar de dedicar una entrada a esta serie dentro de nuestro especial línea clara.
En el Festival de Angoulême de 2003 la serie fue reconocida con el premio Alph'art Jeunesse 7/8 años.
Ya hacia el 2005, Olivier Schwartz se había convertido en uno de los puntales de la revista Astrapi, con su serie del Inspecteur Bayard, pero también con su colaboración en otras secciones e ilustrando tebeos de carácter histórico. Sin embargo, Inspecteur Bayard se acabó para Schwartz en su álbum decimoctavo, al dar un giro a su carrera de la mano del guionista Yann y fichar con la editorial Dupuis.
Tras un intento de resucitar a Gil Pupila, que no prosperó por el rechazo de los herederos de Tillieux, que incluso se negaron a ver las pruebas realizadas, Schwartz triunfó con su Spirou de “Le Groom vert-de-gris” y el biopic “Gringos locos”. No obstante, pese a la calidad de esos dos grandes trabajos, no habría que olvidar su contribución con el Inspecteur Bayard, que ya por sí sola le valdrían para alcanzar el olimpo del noveno arte.
Otras obras de Schwartz en Mis cómics y más:
jueves, 15 de noviembre de 2012
Reseña: "GRINGOS LOCOS", de Yann y Olivier Schwartz
"Gringos locos", de Yann y Olivier Schwartz, se sitúa entre aquellos cómics que abordan la historia del medio, una vía poco transitada pero que ha dado obras de calado como la mirada al mundo de las agencias de "Los profesionales", de Carlos Giménez, o a la aventura de la autogestión por parte de un puñado de dibujantes estrella de la editorial Bruguera en "El invierno del dibujante", de Paco Roca. "El cómic dentro del cómic", un capítulo cuya, de momento, última entrega parece que le corresponde a "La marque Jacobs, une vie en bande dessinée", de Rodolphe y Louis Alloing, semblanza de los comienzos de Edgar P. Jacobs como dibujante.
"Gringos locos" era un proyecto largamente acariciado por Yann: se trataba de narrar el periplo americano de tres dibujantes belgas, auténticas leyendas del medio -Morris, Franquin y Jijé-, que en agosto de 1948 cruzaron el Atlántico para buscar empleo en los estudios Disney. Este episodio de la historia del noveno arte ya fue rememorado en "La vie exemplaire de Jijé", cómic de ocho páginas con guión y dibujo de Yves Chaland y entintando de Serge Clerc y de Denis Sire, publicado en el número 64 de la revista Metal Hurlant. Reproducimos una página a continuación, pero para leerlo íntegro no hay más que pinchar el siguiente enlace:
El guionista Yann Lepennetier, nacido en 1954 y que tiene tras de sí una copiosa bibliografía (Lucky Luke, Marsupilami, Pin-up, Les exploits d'Odilon Verjus, etc), colaboró con Yves Chaland en los tres últimos álbumes de Freddy Lombard, "El cometa de Cartago", "Vacaciones en Budapest" y "F 52".
Olivier Schwartz es en la actualidad uno de los dibujantes que mejor mantienen las esencias del atomstyle con un trazo deudor de Yves Chaland, siempre brillando a un nivel superlativo. Ver para creer, la calidad de su dibujo es sorprendente. El encuentro entre Yann y Schwartz era poco menos que inevitable. Trabajaron juntos en el ya comentado "Le groom vert-de-gris", y su trazo parecía la opción lógica para abordar la historia de "Gringos locos", con humor y también con reverencia hacia las figuras retratadas, algo que ya se podía apreciar en los primeros bocetos (véase imagen posterior, pinchar para ampliar).
En este álbum el color parece más atento a crear volumen y se aleja un tanto de la estética de la línea clara, sin que entre en conflicto con el dibujo y más bien parezca una evolución lógica para estos tiempos, como puede comprobarse en las dos imágenes siguientes.
"Gringos locos" fue publicado por entregas en la revistas L’Immanquable y Spirou, cada una con un público bien diferenciado. Asimismo, fue publicado por el diario belga Le Soir, a la espera del lanzamiento en álbum, apoyado por múltiples entrevistas y un tráiler promocional. Tenía, en fin, todos los ingredientes para convertirse en uno de los cómics de la temporada.
La polémica
Tal y como recogió Le Vif, o medios especializados como BDZoom y varias webs españolas, cuando estaba a punto de realizarse el lanzamiento del álbum los herederos de Franquin y Joseph Gillain "Jijé" se mostraron disconformes sobre el modo en que "Gringos locos" captaba a sus progenitores. Aducían que eran caricaturizados con el único objetivo de hacerlos risibles, a modo de gran humorada a costa de los dibujantes y su familia. Dupuis, la casa editorial del álbum, detentaba también los derechos de los tres gringos locos, Morris, Franquin y Jijé, con obras como Lucky Luke, Gaston Lagaffe o los magníficos recopilatorios Tout Jijé en su catálogo.
Así las cosas, saltaron las alarmas y se elucubró con destruir la tirada de 35.000 ejemplares. Finalmente se llegó a un acuerdo con los familiares de Franquin y Jijé para que éstos pudiesen apostillar la obra y mostrar su parecer sobre ella.
El álbum
De "Gringos locos" se editó una edición limitada, de lujo, y otra en cartoné en gran formato, 23.5 x 31.5 cm, con papel de buen gramaje y acabado excelente.
El libro tiene a modo de coda una entrevista con Yann en la que describe el proceso de documentación y transmite sin ambages la admiración por el trío protagonista. Llega a decir: "He querido enseñar a los lectores que Jijé es un personaje fabuloso, ¡un genio! No está reconocido en su justo valor."
No debieron bastar estas y otras loas que dispensa Yann en su entrevista, pues junto a un folleto publicitario se adjunta una cuartilla titulada "Advertencia al lector" para aclarar que "el álbum que tiene entre manos no es fruto de una documentación científica ni un biopic histórico..." Concluyendo que "La lectura de este álbum debe por tanto considerarse como el de una simple ficción".
No contentos con esta nota aclaratoria, en las guardas se ha pegado una separata como ven en las siguientes fotos:
Como puede leerse se titula "1948. Joseph, André, Maurice et les autres... Droit de réponse et quelques questions". En ella encontramos numerosas fotos que recogen a los protagonistas del periplo americano, sobre todo fotos de la familia Gillain, todo un documento. En el texto, Isabelle Franquin, hija de André, que aún reconociendo que el guionista puede darle su "toque personal" el resultado lo juzga como pernicioso para la memoria de las personas cuya vida relata, aparte de opinar que el conjunto de anécdotas reales están "explotadas mediocremente".
Le sigue una entrevista de seis páginas con Benoît Gillain, hijo de Jijé en la que contrasta sus recuerdos (contaba con diez años en 1948) con lo expuesto en el cómic, generalmente para desacreditarlo. Por ejemplo estima que el pañuelo en la cabeza que luce su padre es un préstamo de "El cangrejo de las pinzas de oro", y que el fervor religioso y el anticomunismo que se le achaca es desmedido y perjudicial para la posteridad, o estima que los personajes de Franquin y Morris lucen un carácter muy distinto al que tenían por aquel entonces.
Sea como fuere, la separata hace si cabe el álbum más valioso y el efecto "cómic dentro del cómic, dentro del..." se multiplica hasta el infinito. Es, desde mi punto de vista, uno de los álbumes más interesantes de los últimos años, imprescindible para amantes de la BD. Sobre la polémica, como simple lector no encuentro que los personajes salgan mal parados; personalmente creo que el cariño con el que han sido tratados por el guionista y dibujante es evidente (como también me lo parecía, y creo que este ejemplo es un muy preclaro, el vívido retrato que hizo Carlos Giménez en "Los profesionales").
Hay una cita extraída de "El hombre que mató a Liberty Valance", film dirigido por John Ford sobre un guión de James Warner Bellah y Willis Goldbeck, que abre el álbum y que luego repite Yann en la entrevista: "Cuando la leyenda es más bella que la realidad, imprime la leyenda". Supuestamente este ha sido el enfoque que ha primado Yann.
El álbum a nivel gráfico es delicioso, el no va más del atomstyle junto a alguna obra de Chaland u otros trabajos del propio Schwartz. Sirva como muestra:
Preview de 10 páginas en Sigue al conejo blanco
El álbum juega a varios niveles. Por una parte captura el clima enloquecido de un viaje a ninguna parte, que en el fondo revierte en un viaje interior de los tres protagonistas, siempre con la duda de qué les deparará el futuro y su relación con sus personajes de tinta china (Morris cuestiona que hará con su vaquero cantor, Jijé imagina episodios para el botones Spirou y Franquin da con un personaje para la posteridad, Gastón).
Cada uno de los tres tiene un carácter muy definido: Jijé es un extravagante, impulsivo e imaginativo pater familias, Morris es resuelto, terco y mujeriego, y Franquin es dubitativo y contemplativo. En cuanto al viaje exterior que supone el periplo americano repasa algunas divertidas anécdotas y estampas tradicionales de los USA y México: el calor atorrante de un desierto que parece Monument Valley, los tropiezos con la fauna local, el Ku-Kux-Klan, la segregación racial, la mordida de las autoridades aduaneras... todo ello visto a lomos de un Ford Hudson.
El carácter episódico se mantiene en todo el álbum y hacia las últimas páginas van encajando algunas piezas, relacionadas con el conocido futuro de nuestros dibujantes... Sin embargo, no acaba de culminar: descubrimos en la última página que le tiene que seguir otro volumen, "Crazy Belgians", sólo que, ay, de momento es un proyecto aparcado, posiblemente por el contencioso con los herederos del trío protagonista. Desde luego, sería en todos los sentidos un álbum formidable, continuación de "Gringos Locos", en cualquier caso una obra importante, magnífica y por momentos deslumbrante sobre tres leyendas del cómic.
viernes, 9 de noviembre de 2012
Opinión: ¿EXISTE UNA LÍNEA CLARA ESPAÑOLA?
En general cuando se habla de la línea clara se entiende como una corriente concreta de la escuela francobelga, y en algunos casos se incorpora sin mayores problemas a autores holandeses. Pero es raro que cuando se habla de este estilo se crucen los Pirineos.
Ahora bien, ¿existe una línea clara española o ha existido?
Si retrocedemos a los años 50 y examinamos revistas como Spirou y sobre todo Tintin encontramos múltiples trabajos que se pueden encuadrar en la línea clara; era casi el estilo dominante por aquellas latitudes. En cambio en España, tanto los cuadernos de aventuras, ya fuesen dibujantes tan distintos como Boixcar o Miguel Quesada, o las revistas, con firmas como Jesús Blasco o Escobar, practicaban un estilo bien distinto. Había, sí, influencias, pero por lo general miraban hacia el otro lado del Atlántico, hacia Alex Raymond, Milton Caniff, etc.
La escuela catalana
Hubo, claro, una cabecera que publicaba un material muy diferente al del resto de escuelas gráficas: TBO. Y especialmente dos dibujantes, clásicos de nuestro tebeo, cuyo trazo se ha relacionado en ocasiones con la línea clara: Josep Coll y Benejam.
Como es sabido, Josep Coll practicaba un estilo particularísimo: un grafismo limpio pero muy estilizado, de figuras alargadas y esbeltas, objetos también deformados dentro de la óptica/estilo del dibujante, al servicio de un humor blanco basado en investigar la mecánica del gag y en la observación de lo cotidiano; era como un Jacques Tati del cómic, un francotirador, fino, elegante, único, atento a las situaciones y a sus posibilidades humorísticas, como los náufragos que salían de su lápiz.
Benejam también tenía un estilo limpio, un trazo sencillo que no distraía de la lectura. Con La familia Ulises era profusión de bocadillos, conversación continua, cháchara, era la comedia de costumbres, pero tenía otros tebeos en los que su estilo se mimetiza más con la revista, al igual que otros autores como Ayné.
Encuadrar a Coll o a Benejam dentro de la línea clara sería mucho decir; más bien tienen como precedentes el humor gráfico y la ilustración española, de una madurez que se puede considerar como una versión depurada, una economía del trazo.
Con Josep Maria Madorell, dibujante estrella de Cavall Fort, sí que cabía hablar de línea clara, pero como hemos visto en la entrada anterior no es un remedo de Hergé, porque en Madorell se dan cita ilustradores precedentes, como Junceda, y añadamos que también los dibujantes del TBO.
Años 80
¿Hubo en consecuencia una línea clara? Evidentemente como decíamos no tuvimos por acá una revista que aglutinase a estos autores, como la revista Tintin. Lo más parecido vino años después, en los ochenta, con la revista Cairo, que era un poco como nuestra versión de la revista À suivre pero con notables y jugosas diferencias: compartíamos Tardi, Ted Benoît… pero se nos descubrió a Jacobs, Rivière y Floc'h... y se buscaba en nuestras raíces bases para un nuevo tebeo nacional. El director de la revista, Joan Navarro, afirmaba en un editorial: "Coll es al neotebeo lo que Hergé a la línea clara".
Así vimos por Cairo alternar las viñetas de Coll con las de nuevos valores. ¿Era acertado mirar a Coll como uno de los padres de una nueva escuela? Pues no de una forma directa, pero tampoco iba del todo desencaminado. Porque queda claro que fue mayormente la escuadra valenciana -sobre todo Daniel Torres, Mique Beltrán, Sento y Micharmut- la que afianzó una de las corrientes más importantes en el cómic español del momento. Y aunque lo común, y lo que parece de buen tono es decir que sólo comparten situación geográfica, lo cierto es que las influencias de la línea clara y del atomstyle son evidentes, pero son retomadas con una personalidad propia sumando, ahora sí que no está de más apuntarlo, una tradición tebeística que no viene del ámbito francobelga sino que es autóctona, y que se nutre de revistas como TBO o autores como Josep Coll o Miguel Calatayud.
Hubo otros autores, como Alvarortega, colaborador de El Pequeño País y TMEO, que realizó uno de los trabajos españoles que más lindaban con la escuela atom, Los arquitectos, que editaría IKusager en dos álbumes, "Los arquitectos" y "El anillo", con el primero de ellos prologado, significativamente, por Daniel Torres. Eran aventuras en las que un dibujo muy estilizado enfrentaba a los dos protagonistas, los arquitectos Caplan y Jones, contra mad doctors y nazis. Datado en 1990, podrían haberse encuadrado perfectamente entre los esfuerzos de la Nueva Escuela Valenciana.
Por otra parte, el guionista Francesc Bofill y el dibujante Francesc Infante, que firmaban como colectivo Sire, realizaron en 1984 el álbum "El enigma Gaudí" (Maimés), editado en catalán y en castellano. Se trata de una aventura del investigador privado Daniel Bach en la Barcelona de 1926, trabajada recreación de la Belle Epoque dentro de los parámetros de la línea clara con una mixtura de misterio y esoterismo que rodea a la construcción de la Sagrada Familia. Las aventuras del personaje continuaron en "Bach and white", igualmente conseguida aunque en un estilo gráfico distinto.
El enigma Gaudí en Mis cómics y más
Por aquella época Massagran, la emblemática creación de Madorell, iba por su cuarto álbum, "En Massagran al pol nord", que se estaban publicando a ritmo de uno por año. Eran buenos tiempos para la línea clara, con una revista incluso que cantaba sus excelencias, pero los semanarios infantiles y las llamadas revistas de cómics para adultos estaban entrando en crisis. En 1986, rizando el rizo, Joan Navarro dirigiría una breve etapa de la revista TBO, incorporando algunas firmas de Cairo, que había perdido parte de la línea editorial para abrirse a nuevos contenidos.
Sea como fuere, la crisis de los tebeos como forma de ocio estaba ahí y fueron desapareciendo las cabeceras.
En la actualidad resiste, cual aldea gala, Cavall Fort. Durante 2004 Lluís Albert Arrufat vería publicado en la mítica revista "Els lladres del monestir", primera aventura de Roc Roca.
En febrero de 2012 Roc Roca vuelve a Cavall Fort con una segunda aventura, "El flascó misteriós", que le traslada a Londrés y a un ambiente intrigante. Lluís Albert Arrufat con su gusto por un trazo limpio y dinámico, añade el cuidado a la hora de escoger localizaciones, sin que éstas roben el protagonismo a los personajes; casi se diría un relevo del fallecido Madorell para el Cavall Fort del siglo XXI.
Por último permitan que mencione a un dibujante con el que actualmente colaboro, José Luis Povo, cuyo trazo de línea clara descubrí precisamente en este blog, suyo, donde abusando de su bonhomía escribo estas palabras.
Pensé, creo que con buen criterio, que su trazo ajustaba como un guante para un guión que reposaba en un disco duro desde hace un par de años: en unos días será el flamante álbum "Ladrones de almas" (Netcom2), primera aventura de Miquel Mena, en edición en castellano, catalán y euskera.
Confieso que cuando me llegaban los bocetos y las páginas entintadas pensaba para mis adentros en algunos de los puntos fuertes de este estilo; pensaba que, sí, ha llovido mucho desde el boom de la nueva línea clara en los años 80, pero hoy en día se revela como un estilo interesantísimo por su legilibilidad, era algo que muchos aficionados echaban de menos en nuestro sufrido mercado. Y bueno, como habrán podido deducir en este artículo de opinión, en nuestro país nunca se ha cultivado una línea clara pura. Siempre ha tenido un color local al citarse influencias autóctonas. Y eso la hace todavía más interesante.
Enlaces:
Recordando a Josep Coll en Rosaspage
Josep Coll en el Instituto Cervantes
Página web del personaje Roc Roca
Otros enlaces de Mis cómics y más:
jueves, 8 de noviembre de 2012
LA COLECCIÓN ATOMIUM
Creada en 1981 por los hermanos Daniel y Didier Pasamonik como parte de la editorial belga Magic Strip, la colección Atomium 58 tuvo cierta importancia por su innovador concepto: pequeño formato (16,5 cm x 24,5), páginas interiores en bitono, unas 30 páginas de extensión. Afianzó la idea de libro objeto y permitía a los autores desarrollar su estilo con viñetas más amplias de lo habitual y sin tener que plegarse a la extensión estándard del álbum europeo.
Durante los 27 números que duró esta aventura editorial no estuvo ceñida a ninguna corriente concreta pero, claro está, la nueva línea clara y el estilo atom tuvo una presencia continuada. No en balde los dos primeros números de la colección fueron dos títulos de referencia para el atomstyle, "Sam Bronx et les robots", de Serge Clerc, y "Le testament de Godefroid de Bouillon", de Yves Chaland.
El número 10 de la colección fue un hito para nuestro tebeo: "Sabotage", de Daniel Torres, que aquí se publicaría en el número 27 de Cairo, Especial Vacaciones, y que luego tendría una versión coloreada publicada en álbum por Norma.
Otros números:
"Sam Brox et les robots", de Serge Clerc, primer número de la colección.
"Le retour de Roxanne" de Meynen y Pjotr
"Le petit peintre" de Dupuy y Berbérian, y "La peau des rêves" de Aloys
"Le temple de la paix" de Boris
"Ivoire", de Jean Régnaud y Émile Bravo, último número de la colección, de 1990.
Enlaces:
Portadas de la Colección Atomium
Versión española
En nuestra piel de toro, se crea en 1983 la valenciana editorial Arrebato, regentada por Pedro Porcel y Juanjo Almendral, que con la colección Imposible, a imagen de la colección Atomium, retomó el concepto de libro objeto para dar voz a la vanguardia del momento.
, Editados con mimo y transmitiendo la idea de modernidad a todos los niveles, seis números de órdago entre los que se cuentan "El carnaval de los ciervos", de Max, y "La invasión de los Elvis Zombis", de Gary Panter, que incluía un single de vinilo flexible. Si en la Atomium belga tuvo una presencia privilegiada la nueva línea clara y el atomstyle, en la colección Imposible se prestó especial atención a la Nueva Escuela Valenciana, con títulos de fuste, como "Romance", de Sento, y a mi juicio dos de los mejores trabajos de sus autores: "Dogón", de Micharmut, y "La pista atlántica", de Miguel Calatayud.
En 1984 Albert Mestres, de la barcelonesa librería Continuará, lanzará la versión española de la colección Atomium 58: la colección Atomium 58 de la editorial Iara, que sólo publicaría dos títulos, "El testamento de Godofredo de Bouillon", de Chaland, en edición castellana y catalana, y "White, el choque", de Colman.
Aunque las colecciones Atomium e Imposible fuesen publicadas en pequeño formato, qué duda cabe de que formaron parte del efervescente mundo editorial de los 80 y que por actitud y por logros estéticos se mantienen como un referente del cómic del momento.