Iniciamos una serie de dos artículos aportados por mi amigo Pablo Herranz, al que desde aquí agradezco su iniciativa de compartir estas reflexiones, que no sólo nos interesan particularmente a los que tenemos hijos pequeños, sino que sirven para abrir un debate sobre la iniciación de los niños a la lectura y el papel que en ella comics pueden jugar los comics.
“Donde hay un tebeo habrá un libro”, rezaba la campaña promovida en 1976 por el Ministerio de Información y Turismo. El eslogan levantó numerosas ampollas por subordinar los tebeos a la literatura y por negarles indirectamente la mayoría de edad. El caso es que desde entonces, cuando las revistas de tebeos vendían unos siete millones de ejemplares al mes, varias voces han reconocido que la excesiva insistencia en la faceta adulta del cómic y la desatención del público infantil terminó por dañar al sector, al tiempo que lo reivindican como herramienta de iniciación a la lectura, sin duda una de sus virtudes, si bien no la única.
Recordemos que por aquellas fechas, los tebeos formaban parte privilegiada en el ocio de los más jóvenes. A veces las publicaciones se apilaban en el suelo de los quioscos ante la imposibilidad de encontrar un expositor para cada una de ellas. Se superponían las cabeceras de Trueno Color, Pif, las ediciones de Valenciana como Roberto Alcázar y Pedrín, El Espadachín Enmascarado o El Guerrero del Antifaz, las revistas de Bruguera como Mortadelo, Pulgarcito o Lily. Las andanzas de la familia Ulises, los náufragos de Coll, la sonrisa del Corsario de Hierro o las correrías de Zipi y Zape formaban parte del acervo colectivo. Las más de las veces estos tebeos se adquirían los fines de semana, un peregrinar al quiosco que, parafraseando a una publicación de la editorial Novaro, convertía la compra y la lectura posterior en “domingos alegres”.
Pero no quisiera caer en la nostalgia; tan sólo se trata de poner de relieve el lugar que ocupaban los tebeos en la sociedad del momento: no estaban bien considerados, pero como diría un personaje de Ibáñez “se vendían a porrillo”.
Mal que bien, los suplementos de los diarios, como El Pequeño País, no llenaron el hueco, pero al menos aseguraban un primer contacto. En 1983, el murciano José Luis Munuera, con tal sólo once años de edad, recortaba del suplemento infantil las páginas dedicadas a Spirou sin sospechar que años después dibujaría al emblemático personaje para la editorial belga. El Pequeño País, como otros suplementos infantiles, no sólo despertó vocaciones sino que alimentaba el hábito de lectura en miles de niños. Por desgracia desapareció en 2009.
Así las cosas, con los tebeos presentes más que nada por las adaptaciones cinematográficas, pero ausentes de los quioscos y con un espacio testimonial en los diarios, queda más que nunca en manos de los padres la posibilidad de que sus hijos crezcan leyendo, tebeos y también literatura, y de que alguna manera no pasen a engrosar esas estadísticas que aluden a un consumo desmesurado de televisión. Porque, a todo esto, huelga decir que una infancia es mucho mejor con lecturas que sin ellas; es sin duda más rica, más completa.
De un tiempo a esta parte, con motivo de las fiestas navideñas varios blogs recomiendan, a contracorriente, regalar tebeos a los niños. Con este texto, este blog se suma a la tendencia, que completará en un par de días con la próxima actualización y alguna recomendación más concreta. Mientras tanto, desear que los Reyes y Papá Noel vayan cargando los renos y camellos de lecturas...
PABLO HERRANZ
PABLO HERRANZ
Amén. Mis Reyes traerán tebeos de tapa dura a mis sobrinos.
ResponderEliminarUno de los muchos males que ha hecho al mundo del Comic el nefasto personaje llamado Virtutia fué lo de comenzar a vender colecciones exclusivamente en tiendas especializadas...el comic que se vende en quiosco es exclusivamente reediciones de dudosa calidad. Ya no hay revistas infantiles ni juveniles, ni portadas que enganchan al transeunte convirtiendolo en futuro lector.
ResponderEliminarNo hay revistas para niños ni para jóvenes ni para adultos en el quiosco...el tebeo cada vez se queda más en el Gheto de las librerías especializadas, que no sé como serán por ahí, en Sevilla cada vez hay mas frikis de los juegos de rol, ya talluditos, y la oferta de tebeos cada vez mas pobre en la librería.
Uno de los chascos mas grandes de toda mi vida ha sido que han puesto una librería en mi mismo edificio, y es una estantería y una mesa con comics, por supuesto casi la totalidad de superhéroes (casi todo reediciones de historietas clásicas) y el resto un patrullón de individuos jugando a las cartas y al heroclix. Parece que de estos había mas, o al menos eran mas ruidosos cuando venían de forma clandestina (es decir cuando no tenían licencia de apertura) que cuando abrieron oficialmente
En fin, lamentable.
Suscribo totalmente lo que dices, Blueberry, es una gran verdad, en el quiosco hay revistas de cocina, motos, tías en bolas... pero nada de tebeos. POr cierto,La única palabra de tu comentario que no sé lo que significa es "Heroclix", sin embargo no me avergüenzo de ello, lo comento casi con orgullo...:) saludos!
ResponderEliminarDe acuerdo totalmente. Pienso que si se distribuyera más tebeo en los quioscos y en otros puntos de venta (y fueran un poco más baratos, no hace falta tanto papel satinado y ultra caro en los tebeos), se facilitaría la venta de tebeos de padres a sus hijos. Aunque es un ejemplo muy alejado de nuestra cultura, en Estados Unidos los tebeos tipo Archie se venden en los supermercados y los ponen junto a las golosinas y los productos de "impulso" en las cajas.
ResponderEliminarSí, el comic se ha convertido en un nicho comercial muy concreto y, al igual que dice Blueberry, entrar en ciertas librerías de comics echa para atrás y con un niño, simplemente no puedes entrar porque todo el comic actual es muy agresivo o simplemente para adultos. El tebeo mainstream para el lector más o menos casual ha desaparecido por completo.
Pero a los que decís que si hubiese "tebeos" en el kiosco estos se venderían, olvidáis los fracasos de intentos como Mister K, que intentaba captar a los hijos de los lectores del Jueves, o Dibucomics, que apenas duró 5 números.
ResponderEliminarEn lugar de culpar tan severamente a según qué editor, tal vez deberíamos darnos cuenta de que los niños tienen otros entretenimientos, igual de válidos, y no por ello su infancia será menos feliz.
Buenas, Gaeta.
ResponderEliminarNo sólo entiendo tu punto de vista sino que me resulta muy familiar. Varios amigos, con hijos algunos, otros sin ellos, se han expresado en términos muy similares: decían literalmente que eso de los cómics "era de otra época" o "que estaba muy pasado", que ahora tenían otros juegos como la Play, la Wii, etc...
Bueno, no habría mayor problema si los tebeos fuesen un juego de mesa, tipo Monopoly o Cluedo. Pero es que los cómics son mucho más que un juego: son el noveno arte, un arte generalmente narrativo donde además también tiene espacio la lírica, dentro de sus propios códigos.
Y vuelvo a discrepar: una infancia sin tebeos o sin leer novelas igual no es menos feliz pero sí será menos plena.
Creo que en el estado de opinión dominante(que antes relegaba a los tebeos como lectura infantil y actualmente es todavía peor, como que son "cosa del pasado" y "que tienen otras cosas con las que entretenerse") reside la clave por la que los tebeos en España se venden mucho menos que un nuestra vecina Francia: es una cuestión cultural.
Es mucho más sangrante por el hecho de que muchos artistas españoles tienen que trabajar allende de los Pirineos porque aquí no hay mercado.
Y evidentemente nadie dice que no jueguen a la play para que lean tebeos: sino que no hace faltan que SÓLO jueguen con pasatiempos de ultimísima generación: que es IMPORTANTE que lean, literatura y sí, también tebeos.